Si tan sólo

Nuestras manos no se quedan quietas. Yo, intento ponerla sobre su pierna. Ella, la retira. Y se sonroja. Y yo, yo vuelvo a hacerlo. Se ríe. Me regresa a ver y clava sus ojos sobre los míos. Yo hago lo mismo. Tenemos esta manía de vernos fijamente, entrecerrando nuestros ojos...