El candil y la lata

Ya estoy en casa. Ya estoy en casa. Como era de esperar, nadie, salvo el eco sordo en su cabeza, contestó al susurro de Ismael. Tras cerrar sigilosamente la puerta de entrada, se aseguró de atrancarla bien por dentro. Acostumbrado a moverse con agilidad en la penumbra, localizó y encendió...