Ya estoy en casa. Ya estoy en casa. Como era de esperar, nadie, salvo el eco sordo en su cabeza, contestó al susurro de Ismael. Tras cerrar sigilosamente la puerta de entrada, se aseguró de atrancarla bien por dentro. Acostumbrado a moverse con agilidad en la penumbra, localizó y encendió...
El vestido blanco
Su mirada vagaba entre reminiscencias agitadas, unas por el tiempo, otras por los daños. Pasó tantas lunas sumida en el océano infinito de su llanto, que una sequía hostil le atrapó el alma. Quiso retroceder en su pasado y arrancarse de la piel caricias ficticias, sueños fugaces y eternidades presas....