El todopoderoso destino

Por fin, él se despertaba. Tras cientos de noches en vela, miles de horas de reflexión y millones de desvaríos internos que no paraban de inmiscuirse en mi mente con el único propósito de no permitirme razonar, pensar, soñar, ni tan siquiera dormir, allí estaban sus párpados, abriéndose de un...