Un encuentro inesperado.

Eran cerca de las 22h00, la noche estaba fresca y un cielo con muy pocas nubes permitía vislumbrar una hermosa luna llena. “Subamos a la terraza para conversar”, le pedí a mi prima Wendy.  Ella de 20, yo de 18, ella atea por decisión, yo católica por convicción, ella reservada...