Playlist

playlist

“Si fuera más guapa y un poco más lista

Si fuera especial, si fuera de revista…”

Suenan en el fondo los primeros versos de “Jueves”. Qué atinada canción de la Oreja de Van Gogh para describir cómo me siento. Hoy un poquito más que otros días. Y es que, no puedo evitar pensar que, si tan sólo fuera más guapa y un poco más lista, todo sería diferente.

Son las 10 de la noche y estoy escribiendo este relato. Estoy revisando Instagram cada 5 minutos. Estoy escribiendo ciertos mensajes y esperando con ansias otros cuantos. Estoy escuchando gritos. Estoy anhelando un viaje, una rodada, un abrazo, un pastel. Estoy sentada, luego parada y sentada otra vez. Estoy, estoy, estoy. Pero a la vez, no estoy. No estoy haciendo lo que debería. Voy evadiéndolo ya por tres meses, y el problema ahora es que se me acaba el tiempo.

“…Tendría el valor de cruzar el vagón

Y preguntarte: ¿quién eres?…”. Sigue sonando “Jueves”. Y yo, sigo estancada.

Necesito valor. Sólo un poquito, un poquito más. Por lo pronto no tengo que cruzar ningún vagón ni hablar con alguien. Aunque ahora que lo pienso, sería lindo…. pero esa es otra historia. Me distraigo otra vez. Sigo escuchando atentamente la canción y me sumerjo en la historia que narra. Es sobre un amor que cuando por fin venció los miedos y estuvo a punto de ser, no fue. ¿Injusto no?

En fin, se acabó la canción, 4 minutos más que lo he evadido. ¿Qué sonará ahora? “Booker T”, de Bad Bunny. ¿En serio? No, no estoy en mi peak, así que paso. Ni siquiera me gusta y no sé porque está en mi playlist. Siguiente: “Mil horas”, de Los Abuelos de la nada. ¡Qué buena canción y qué buenos recuerdos! No se cantar, pero no me importa; imagino que mi mano es un micrófono y comienzo a cantarla con mímicas y movimientos exagerados de mi cabello. Por un ratito soy yo, genuinamente yo.

Sigue pasando el tiempo, siguen sonando canciones y sigo escribiendo el relato. Nuevo cambio drástico en mi playlist, ahora suena “Lo Siento”, de Beret.

“…No luchar por lo que quieres solo tiene un nombre y se llama perder…”.

Otra vez, como si la letra fuera escrita para mí. No sé si me hace sentir mejor o peor. Últimamente, toda idea con la intención de motivarme termina haciendo todo lo contrario. Pero no, hoy no lo permitiré, hoy será el día. Con o sin motivación tengo que hacerlo, las fechas límite se acercan. No quiero perder y la lucha tampoco es tan terrible como la estoy pintando, así que abro el archivo de Excel. He hecho esto tantas, tantas noches en los últimos cuatro meses, que ya me sé de memoria su contenido.  

“…Reviento, porque a veces ni yo me entiendo…”

Y es que no me entiendo. Desde que estaba en último año de colegio, he soñado con irme de intercambio. Pero en esa época era imposible, con mi papá en el paro y mi mamá iniciando su tratamiento contra el cáncer no había forma. Vaya que fueron tiempos difíciles. Hoy, gracias a Dios, la situación ha mejorado un poco. Y ahora que por fin tengo el apoyo para cumplir mi sueño, no lo hago. Parece contradictorio, pero mientras más quiero algo, más lo evito. Me he convertido en experta en encontrar abismos, y temo, temo tanto dar un paso en falso y caer, que prefiero quedarme paralizada.  

Yo sé que cuando alguien lea esto pensará: cómo esta muchacha le da tantas vueltas y no se anima a aprovechar una oportunidad tan grande, o no sé por qué se complica si es tan sencillo como buscar una universidad. Y sí, en realidad es fácil. Solo hay que abrir el archivo de Excel, buscar las universidades que ofertan la carrera, entrar a la página de cada universidad, encontrar los cursos que se deben tomar ese semestre y aplicar. Nada complejo. A una persona debería tomarle máximo dos semanas. A mí, me ha tomado tres meses. No he pasado del primer paso porque cada vez que abro el archivo, un millón de preguntas comienzan a invadirme, y todas se resumen en ¿y si fallas?

Me pongo mal, otra vez. Maldita inseguridad. En el fondo sé que todas esas preguntas no tienen sentido y que sí puedo lograrlo. Beret no ayuda “…tus aciertos dirán dónde estás y tus fallos tan solo por dónde ir…”. Como quisiera que la certeza sea más fuerte que mis miedos. Como quisiera saber por dónde ir. Ha pasado media hora y sigo contemplando el archivo.

Siguiente canción, suena “No tan deprisa”, de Joaquín Sabina. Mi ánimo cambia por completo. Sonrío. Hace un año ya que la escuché gracias a la recomendación de uno de mis amigos más cercanos y hoy ya es una de mis favoritas. Así que otra vez, mi mano como si fuera un micrófono y a cantar a todo pulmón.  

“…No tan deprisa…”.

Creoque es justo lo que necesitaba escuchar. Respiro y doy espacio a mis emociones. Es válido preocuparse y tener un poco de miedo, pero sólo un poco. Me recargo. “Ser feliz con dos latas en la nevera y un gramo de esperanza en lista de espera…”. Disfruto la canción. El optimismo y la ilusión van ganando a los miedos. Sí, sí puedo. Abro el buscador y comienzo con la primera universidad en mi lista; está en Indiana y el campus es muy bonito… Las dudas no se han ido y estoy segura de que no se irán, pero hoy las canciones y el relato me dieron la fuerza que necesitaba para empezar. 

Una de tantas historias incompletas sobre música.

Autora: Milena Espoz

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *