11 lecciones de mis peores días

11 lecciones

La sangre salía como agua de una manguera. Después del golpe, recuerdo pedirle a mi primo, el conductor, que se detuviese. “¡Para Nando! ¡Mi pierna! ¡Me duele la pierna!”

Tenía un dolor muy fuerte desde la rodilla hasta el tobillo. Cuando regresé a ver lo que había sucedido, mi pie derecho estaba destruido. Varios dedos amputados. Algunos huesos visibles. Mi novia, ahora mi esposa, y algunos amigos, heridos.

Recuerdo ver bastante algodón (de un pequeño colchón que teníamos en el carro) volando por todas partes. Recuerdo pensar que tendría que perder el pie, el pie que había hecho tantos goles, el pie que me había conseguido varias ofertas de becas en universidades de los Estados Unidos.

Pero esa no era mi mayor preocupación en aquel momento.

Lo que me preocupaba era cómo llegaríamos al hospital más cercano. Estábamos posiblemente a una hora de algún centro de salud rural, pero a siete horas de la capital. Me desangraba tan rápido que ni el mejor de nuestros torniquetes, combinado a una toalla y funda de plástico, podían disminuir mi prematura palidez.

En retrospectiva, no sé si ese día, a los 18 años, fue el peor día de mi vida, o cuando me extirparon el testículo izquierdo, a los 16, y tuve que dejar de hacer, por un tiempo, lo que los chicos de 16 años disfrutan haciendo.

O cuando mi esposa en Navidad me reveló un secreto y me dijo que no estaba segura de si me amaba o si quería seguir conmigo después de 15 años de casados, dos hermosas hijas y toda mi familia invitada a cenar.

O cuando mi mejor amigo murió trágicamente justo antes de su 30 cumpleaños (tal vez el día que más he llorado).

O cuando recibí la llamada en que me decían de que mi hermano había sido atropellado y estaba en coma, con 20% de probabilidades de sobrevivir (una pesadilla que yo había tenido 3 décadas atrás). 

O cuando mi esposa y yo decidimos regresar a Ecuador, después de haber vivido feliz y legalmente en Estados Unidos por 8 años, para invertir todos nuestros ahorros en una empresa que formamos en sociedad con mis padres. Estábamos llenos de ilusiones y expectativas. Pero éstas se destruyeron mucho más rápido de lo que nos costó construirlas, cuando nuestro primer cargamento se volcó en el trayecto a la bodega. En un instante perdimos miles de dólares, nuestros, de mis padres y de inversionistas. 

¿Mala suerte?

Mientras me recuperaba del trágico accidente de tránsito que dejó como secuela, entre otras cosas, dedos del pie amputados y la planta y empeine deformados, así como la pérdida (temporal) de poder estudiar en el exterior con una beca, mi madre me abrazó, me dio un beso en la frente y me dijo: “algo debes estar haciendo mal”. 

En ese momento estaba molesto. No podía creer que mi propia madre me culpara por algo que claramente no había sido mi culpa.

No sólo eso. Jamás me había considerado alguien malo, mal educado, tramposo, corrupto, egoísta, o cualquier otra cosa que sea tan mala que merezca ese karma.

Muchos años han pasado de esos días difíciles. Muchos libros. Muchas tazas de café. Muchas horas de meditación. Mucha escritura y reflexión. Y me he preguntado: ¿qué tal si en verdad todo es mi culpa? ¿qué tal si algo estaba haciendo mal?

Es mágico cuando asumimos responsabilidad de nuestras vidas. Nos hacemos más grandes y más maduros cuando dejamos de culpar a otras personas o situaciones por lo que nos pasa.

Si esos fueron los peores días de mi vida, en verdad soy extremadamente afortunado. Estos días han sido una bendición, cada uno con nuevas enseñanzas, cada uno con nuevos regalos y oportunidades que hoy resumo en 11 lecciones de vida, que me gustaría pasarlas a los lectores y a mis propias hijas:

  1. Seamos conscientes: cada acción tiene repercusiones más grandes de las que podemos imaginar. Recordemos que cada acción es una semilla que tiene la promesa de miles de bosques.
  2. Seamos agradecidos: la gratitud nos permite valorar los regalos de la vida. De la existencia e inexistencia, de lo difícil y lo fácil, de lo blanco y lo negro, aprendemos que siempre estamos llenos de bendiciones.
  3. Seamos de valor: cuando ayudamos a alguien, ayudamos al mundo y a nosotros mismos. Agreguemos valor ayudando a otros como si la ayuda fuese para nosotros. 
  4. Seamos proactivos: cada día podría ser el último. Vivamos plenamente, sin dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
  5. Seamos íntegros: en nuestro interior sabemos lo que es correcto. No hay excusas. Hagamos siempre lo correcto. Vivamos nuestras vidas de tal forma que, si todo el mundo se enterará de todo, no tendríamos nada de qué avergonzarnos.
  6. Seamos resilientes: las caídas son inevitables. Son lecciones. Son oportunidades. Así que nunca nos rindamos en la búsqueda de nuestros sueños.  
  7. Seamos mejores cada día: la vida es un crecimiento continuo y la mejor forma de aprovecharla es dando nuestro mejor esfuerzo en todo lo que hagamos.
  8. Seamos tolerantes: una mente radicalmente abierta y un corazón empático nos permitirán entender mejor al universo y a la humanidad. Todos cometemos errores. Recordemos perdonar.
  9. Seamos impecables con nuestras palabras: lo que sale de nuestra boca es una representación de quienes somos. Nuestras palabras son tan poderosas que pueden hacer realidad lo que decimos. Usemos siempre palabras de amor, cariño, aliento y sanación.
  10. Sean nosotros mismos: cada persona es única. Usemos nuestros dones y talentos especiales para brillar y alumbrar el camino de los demás.
  11. Seamos personas de fé inquebrantable: no importan las creencias o religiones, recordemos que todos somos parte del universo y su milagrosa evolución. Permitámonos creer que lo que parece imposible es posible.

Mientras recuerdo al algodón del colchón volando dentro del vehículo en el que nos accidentamos, creo ver un pequeño arco iris. Tal vez todo pasa por algo y para algo. De todas formas, poco perdura. Como dijo Virgina Woolf, “todo es efímero como el aro iris”.

Una de tantas historias incompletas de fracaso. Historia 7/12

Autor: Santiago Carrillo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *