El candidato

El candidato

Estamos en la recta final de la campaña, ya quedan unos pocos días. Es importante que ahora no nos equivoquemos. Déjate asesorar, modula un poco el discurso. Tenemos ventaja en las encuestas, lo único que tienes que hacer es seguir repitiendo nuestros tres mensajes clave, disminuir un poco los ataques al de los amarillos, que van segundos, pero con el cambio de su estrategia nos están regalando votos, y, sobre todo, no te metas en ningún tema delicado.

Recuerda, trabajo, educación y salud. Todo gratis. Todo público. Todo de calidad. No te salgas de ahí.

Para hoy tienes solo dos cosas, candidato, espero poder llamarte presidente en unos días, entrevista en televisión con ‘el viejito’, ese periodista de medio pelo que no sé por qué te gusta, con el que está ya todo hablado, pero antes, en una hora y media, acto en la barriada que está detrás de la Universidad.

Ya sé que no quieres ir, pero es justo el target de votantes en el que estamos más flojos. No terminas de conectar con los estratos más bajos de la sociedad. De hecho, la intención de voto de esa gente es una “herencia” que te regala el partido, te van a votar, pese a ser tú. Te ven lejano, como un snob ricachón. Todavía nos estamos recuperando de cuando pediste cubiertos de metal en el puesto de pollo frito de la calle el segundo día de campaña.

Te van a estar grabando con una cámara todo el rato… mucho dar la mano, mucho acercarte a la gente, haciendo como que cumples con las distancias por el tema de la mascarilla y el covid. Ten siempre en la mano las que tienen el logo del partido, si ves alguien sin mascarilla que se te acerca, le regalas una, y por Dios, esta vez, si ves un niño pequeño le cargas, ves a la cámara y dices bien alto y contento la frase que tenemos preparada. Y, ya por no seguir diciéndote cosas sin que me hagas ni caso, si te vuelvo a ver limpiarte la mano en el pantalón después de dársela a un pobre, por muy sudada que esté, dejo la campaña. Me voy, te juro que me voy. Menos mal que nadie, excepto yo, se dio cuenta, que sino no estaríamos a falta de cinco días con opciones de ganar.

Yo tengo que ir a la tele a encargarme que las preguntas y las respuestas estén preparadas para que las puedas leer. No se va a salir del guion ‘el viejito’. No debería repreguntar, si ves que se desvía de lo pactado, dices una frase para ganar tiempo y yo te diré por el auricular una respuesta tipo sobre la que puedas improvisar.

Me han dicho mis espías que has pasado delante de dos niños y no les has hecho ni caso. ¿Qué te pasa? Mejor no me contestes, no quiero saber, empezamos la entrevista en diez minutos. Pautas importantes, cámbiate esa corbata que llevas por esta otra, es un mejor color para la televisión y te alarga la cara, te estiliza. Mientras te voy poniendo esta chapa en la solapa, es un símbolo de la causa feminista, no hemos dicho ni una palabra en la campaña, ni lo vamos a hacer, pero será suficiente con que alguien se dé cuenta. ¿Qué no? Lanzamos un tuit desde una de las cuentas fake.

Recuerda, tú solo lee. Suerte, casi presidente, ya lo tenemos.

Chico, chico, ¿Qué pasa? ¿Por qué pone esa cara? ¿No me jodas que la máquina en la que lee no funciona?

Candidato, me escuchas, giña un ojo, si me escuchas, ¿tampoco funciona el auricular? ¿pero qué mierda es esta?

No, no, no está improvisando, no, no, no, por qué dice esto, pero quién carajo le dijo a este pendejo que se saliera de los tres mensajes clave. Maldito cabrón, NO IMPROVISES. El muy … Adiós a ocho meses de trabajo.  

Una de tantas historias incompletas de política.

Autor: Andrés Acosta

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