Historia de fútbol

Historia de futbol

Siento que desvanezco, no logro recordar cuáles eran mis pasiones o si alguna vez tuve ganas de luchar por algo. Tengo un letargo emocional. Decido revisar mis antiguos diarios buscando mover algo dentro de mí. Tomo el último del montón y hago un recorrido por las páginas hasta que llego a una que me llama la atención por su fecha: Julio de 1999.

Hago un cálculo rápido y me ubico a los 11 años…. continúo leyendo, percatándome que en aquella época también me gustaba escribir en presente:

Hoy fue un día especial. Estoy impaciente por acabar mi última tarea para poder salir a jugar. Finalmente, las cuatro de la tarde, me pongo un short, una camiseta y mis medias y zapatos deportivos. Hoy es el día. Salgo de mi departamento corriendo apresurada, viendo que todos los niños ya se han ido de la cuchara del barrio, seguramente ya están en la cancha. Estoy a cinco cuadras, ojalá llegue a tiempo.

Por fin llegué… están formando los equipos… súper apresurada llego y pregunto: ¿puedo jugar?

No Cris… ¿cuántas veces tenemos que decirte que solo los hombres jugamos fútbol? ¿Por qué mejor no te vas a jugar a las muñecas con las demás niñas.

Tengo tantas ganas de patearle y decirle “ándate tú”, pero en vez de eso respiro…

Axel, y cuántas veces tengo que decirte yo que no me gusta jugar a las muñecas y la única razón por la que no quieres dejarme jugar es porque tienes miedo de que sea mejor que tú y te haga quedar mal.

Sí, claro, como que si la ñiñita pudiera patear.

-Déjenme jugar esta única vez… si soy mala, nunca más me dejan jugar.

Ya Axel, déjale jugar, siempre viene a pedir lo mismo y siempre le dices que no, ya démosle una oportunidad.

Gracias Francisco, te prometo que no te voy a decepcionar.

Bueno Cris, pero te advertimos que jugamos duro, si te damos algún balonazo no te enojes con nosotros, no me gustaría verte llorar.

Sé que es un comentario un poco machista, pero no puedo evitar pensar en lo lindo que es Francisco. Me encanta que se porte como un caballerito (como diría mi abuelita). Él es tan dulce, siempre trata de llevarse bien con todos. Es menor a mi por un año, pero por alguna razón me gusta mucho. Su cabello largo tipo hongo hace que parezca un actor de telenovela, sus ojos rasgados color miel le dan una mirada de ternura, y cada vez que sonríe me da ganas de robarle un beso. Pero tengo que regresar a lo importante: ¡mi misión esta vez es demostrarles que puedo jugar futbol!

-Tranquilo Francisco, si me dan un balonazo te prometo que no voy a llorar, ¡ya estoy acostumbrada! … ¿En qué equipo voy?

Que vaya en el tuyo Francisco, yo no quiero perder.

Ok Cris, tu vienes conmigo, pero si ganamos Axel tú nos invitas a las colas.

El partido empieza… Francisco hace el saque desde la media cancha y me pasa el balón (seguro me lo dio a mi porque yo también le gusto).  Un poco nerviosa, pienso en no defraudarle, pero inesperadamente viene un niño y me quita el balón, avanza hacia la delantera. No puedo quedar mal, así que corro con todas mis fuerzas hasta alcanzar a aquel niño, hago una barrida y se lo vuelvo a quitar… veo un niño de mi equipo pidiendo el balón en la media cancha, hago un pase largo, un poco alto y llega perfectamente a él… avanzo hacia la delantera y pido nuevamente que me lo pase, el niño con cara de desconfiado no me lo da, y le hace el pase a Francisco que está a su lado izquierdo. Axel viene enseguida a cubrir a Francisco y lo acorrala. El otro niño también está cubierto. Yo quiero demostrar que puedo… me acerco a Francisco, le pido el pase. Él, sin dudarlo, me lo da… ahora está en mi posesión el balón… Axel se me acerca, logro esquivarlo, todos los niños gritan “oleeeeeeee” , me vuelve a cubrir aquel niño que no recuerdo su nombre, levanto el balón y le hago un sombrerito, el balón pasa por encima de su cabeza, corro y vuelvo a recuperar el balón… escucho a todos los niños nuevamente gritando “oleeeee”. Estoy en la delantera y Francisco está a mi lado izquierdo… no sé si pasarle el balón para que él haga el gol o lucirme para tener un éxito completo. Decido pasárselo porque no puedo evitar pensar en lo lindo y bueno que es conmigo, pero para mi sorpresa, Francisco no patea al arco, me lo vuelve a pasar a mí, me guiña el ojo y yo me siento ¡super poderosa!… le doy tan fuerte que el arquero no puede ni reaccionar… la pelota está dentro del arco. Todos en mi equipo gritan “gooooooooooooool”.  Francisco se acerca a abrazarme, los demás niños me dan una palmadita en la espalda o un “chócale”. ¡Me siento increíble! ¡Francisco me abrazó! ¡Este día no puede ser mejor!  

Es tiempo de que el otro equipo saque desde la media cancha. Le dan el balón a Axel, está furioso, me mira y con todas las fuerzas del mundo patea el balón y me da justo en la boca (la combinación de un balonazo y Brackets en la boca dan como resultado un episodio de sangre). Todos los niños le reclaman a Axel:  “qué te pasa loco”, pero yo no quiero un trato diferente. Me seco la sangre e intento no llorar y les grito a todos : “¡Estoy bien!, ¡sigamos jugando!”. Ahora yo también estoy furiosa. Carlitos, de mi equipo, me pasa la bola y me susurra: “Dale Cris, anda con todo”. Esas palabras me dan el impulso y siento que una fuerza y habilidad extraordinaria me posee. Para hacer la historia más corta, bailé a cinco niños que intentaron quitarme el balón y nuevamente metí un gol. Todos gritan “goooooooooool”. El partido se acaba y soy felicitada por todos los niños de mi barrio escuchando todo lo que siempre he querido escuchar:

-Cris juegas increíble, mejor que todos nosotros.

– Muy bien Cris, nos diste una lección.

-Gracias amigos.

-Cris te esperamos en el próximo partido, tú ya eres titular, no vayas a faltar.

-Ahí estaré Francisco, gracias (creo que estoy enamorada).

-Bien Cris, olvídate de las muñecas, esto es lo tuyo.

-Gracias Axel (lo tomaré como una disculpa).

Hoy fue un excelente día. Logré demostrar a todos que una niña puede jugar igual o mejor que ellos.

Termino de leer esta página de mi diario y ruedan por mis mejillas lágrimas de emoción. Vuelvo a sentir lo que era ser niña. Me reencuentro con esas ganas de luchar por lo que era importante para mí. Esa tenacidad y seguridad que tenía para cumplir mis sueños me ha despertado del letargo emocional en el que me encontraba. De repente, ya no me siento tan perdida. Agarro mi celular, hago una llamada a mi mejor amigo.

-Francisco, ¡prepárate! La tarde está perfecta para jugar fútbol, ¡organicemos un partido!

Una de tantas historias sobre infancia. Historia 7/12.

Autora: Cristina Alcázar

5 Comments

  1. Miguel Mendez

    Sencillamente maravillosa. Una real y muy tierna historia que nos lleva a profundizar nuestro convencimiento de la igualdad de género, sin ninguna diferencia que debe existir siempre. Felicitaciones Cristina por esta hermosa narración.

  2. Guadalupe Rodriguez

    Muy bonito Cris, me consta tu tenacidad para hacer lo que te gusta y demostrar tu capacidad en cualquier campo, sea en el de juego o en el de la vida profesional. Felicitaciones por tu relato, muy bonito.

  3. Lorena Toscano

    Excelente historia, hablar sobre la igualdad de género y sobre la necesidad de recuperar ese impulso que cuando niños nos vuelve indestructibles y ya en adultos se esconde entre todos los paradigmas auto impuestos. Excelente historia, felicitaciones por este nuevo gol narrativo.

    1. admin

      Goooooooooolll!

  4. Florencia

    Que maravilloso cuento…yo también jugaba fútbol, y también usaba brakets.
    Felicitaciones

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