Viaje a lo más profundo

Viaje a lo más profundo - Mayte Murillo

Miré hacia arriba y allí, a lo lejos, pude distinguir entre los escasos rayos de luz que se colaban por el tragaluz, cómo la silueta de un ser etéreo me miraba. Era sutil, vaporoso, casi celestial. Le rodeaba un aura de energía que se podía distinguir con inquietante facilidad. ¡¿Estaré en el cielo?! ¡¿Qué me está pasando?! En ese instante, de manera incomprensible, sentí paz… una paz que te envuelve y recorre cada célula de tu cuerpo, elevándote a un nivel de felicidad y relajación que nunca antes había sentido…

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Este viaje comenzó de una manera totalmente inesperada para su protagonista. Era una tarde normal de un día entre semana después del colegio. Hacía un sol espectacular propio de esta ciudad donde el sol sale por obligación todos los días del año, así llueva, diluvie o caiga granizo. La ilusión que tenía por encontrarse con sus amigos hizo que no anticipara lo que se le venía.

Sin previo aviso, como si el mundo se fuera a terminar, todo se oscureció a su alrededor. El ambiente se sintió repentinamente frío, casi congelador. La piel se le erizó por completo en tan solo una décima de segundo, y el aire en sus pulmones se desvaneció por completo. Se sentía agotado, algo nada propio en él, ya que todos los que le conocen saben que siempre le acompañaba un plus de energía, el cual canalizaba a través de su pasión por el deporte. Pero no… por más que intentaba tomar aire a pleno pulmón, no lo lograba.

De repente sintió que algo le arañaba la espalda y trató de ver qué era. No lograba enfocar bien sus pupilas debido a la falta de luz que envolvía la ciudad. Era una extraña sensación que no llegaba a comprender muy bien, ya que donde se encontraba, era prácticamente imposible que algo le estuviera haciendo sentir tan desagradable dolor. Pequeños chispazos de corriente le recorrieron el cuerpo, sintiendo un intenso calor agonizante. ¡¿Cómo podía estar pasándome esto?!

Los arañazos, por suerte, cesaron; o, al menos, eso parecía. No entendía bien qué estaba sucediendo, ni cómo podía estar pasando todo esto. Pero estaba ocurriendo y se sentía muy muy real. Inesperadamente, como si una jauría de lobos le estuviera zarandeando de un lado a otro, su torso y extremidades comenzaron a estremecerse. Poco a poco el dolor fue desapareciendo… ya casi no lo sentía. ¡Pero qué me está pasando! ¿Me habré vuelto loco por completo?

Acto seguido le recorrió una sensación de angustia y vacío que se le extendió hasta el estómago.  Recordó como algunas personas le habían contado lo maravilloso que se sentía esa sensación de libertad, como cuando vas a un parque de atracciones y te dejas caer desde el aparato más alto de todos sin pensarlo. ¡Estarán chiflados! Era, sin duda alguna, la peor de las sensaciones que este viaje le estaba brindando. Y no es que las demás fueran muy de su agrado, pero al menos las estaba afrontando con una mezcla de incredulidad, valentía e incertidumbre por intentar comprender algo que difícilmente podía procesar.

Y de pronto… ¡PLAF!… Una gran nube de polvo se elevó a su alrededor.

Como si de levantar una pesa de cien kilos se tratara, comenzó un arduo esfuerzo por tratar de abrir los ojos para vislumbrar donde se encontraba. Estaba totalmente desorientado y apenas podía moverse. Todo a su alrededor era tétrico e incierto. Parecía el escenario de una película de miedo donde las sombras te abrazan y aterrorizan a la vez. Tan solo un fino rayo de luz consiguió llegar hasta sus pupilas. Parpadeó compulsivamente para tratar de desvanecer esa mezcla de destellos y colores que veía a lo lejos, al final de ese túnel de luz.

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Y entonces enfoqué mejor mi mirada y allí arriba estaba… Una silueta rodeada de luz que me hizo sentir paz…

-Mijo, ¿ESTÁS BIEN?

¿¿¿Maaaaaaaaaaaaaaaaamá???

-Tranquilo mijito, ya está llegando la ambulancia. No te muevas.

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Poco a poco empezó a sentir como sus pulmones se expandían para dejar paso a esa mezcla de aire empolvado que le rodeaba. En tan solo un segundo y medio, su cuerpo había descendido 13 metros de altura, por un tragaluz de un aparcamiento a medio construir, golpeándose violentamente contra un suelo lleno de escombros. La negligencia de la constructora, unido a la emoción de encontrarse con sus amigos para disfrutar de una tarde de risas, fútbol y empanadas de morocho, le precipitaron a vivir tan repentino viaje que culminó en un hombro destrozado, un pie roto, múltiples rasguños y una anécdota para toda la vida.

Su viaje, por supuesto, no llegó a su fin, ya que este fue solo un bache más de los que la vida le tendría guardados. El protagonista de este trepidante viaje, hoy es mi marido, y quienes le conocen saben que es como imán para este tipo de “aventuras”.

¿Será cierto que todos los gatos tienen 7 vidas? Hoy por hoy no está seguro de ello, pero por si acaso, eligió pasar el resto de su vida con una gata* para multiplicar sus opciones.

Una de tantas historias incompletas sobre viajes. Historia 8/12.

Autora: Mayte Murillo

* Gata: nombre coloquial por el que se conoce a los madrileños de nacimiento.

12 Comments

  1. Soledad

    Felicidades Mayte!
    Leer la historia que siempre hemos escuchado me ha hecho sentir todo ese «viaje».

  2. SUSANA

    Buena Mayte

  3. Miguel Mendez

    Estoy casi paralizado después de leer esta estremecedora historia pero muy bien narrada por su autora. Me trajo a la memoria este amargo recuerdo de lo sucedido hace muchos, muchos años, pues el accidentado fue mi hijo que salvó su vida gracias a que aún no le tocaba la hora y tengo la fortuna de poder estrecharlo en un fuerte abrazo cada vez que lo veo.. Gracias Mayte, has narrado esta historia casi como si hubieras estado presente en ese obscuro momento. Sigan escribiendo chiquillitos, lo hacen muy bien. felicitaciones.

    1. admin

      Muchas gracias Miguel por su mensaje. Seguro seguiremos y todos nos alegramos del milagro de su hijo

  4. Katya Ona

    Un viaje con un feliz retorno! Wow que increíble y duro a la vez… felicitaciones escritora!

  5. Alvaro Roman

    Muy buen relato, te mantiene con incertidumbre hasta el final… felicidades Mayte

  6. Javier Freire

    Como siempre muy buena columna, un excelente símil a mis años de niñez y pubertad

  7. Maria

    Felicidades Mayte. Aunque haya sido una difícil situación, lo mejor es que hoy lo estén contando. Muy bien narrado.

    1. admin

      Gracias María por tu mensaje. Para más historias de Mayte y muchos más escritores no olvides de seguirnos por redes sociales y nuestra web

  8. José Manuel Murillo Balsera

    Buenísimo Mayte, que maravilla de historia, forma de narrarla y afecto tan grande que sientes hacia protagonista.
    Me ha encantado, sobre todo sigue escribiendo ya que el arte te aflora con mucha sabiduría.
    Enhorabuena!!!

    1. admin

      Gracias José Manuel por su mensaje

  9. Mónica Cevallos

    Es increíble lo bien escrito que está que te introduce dentro de la historia y te hace vivir lo narrado. Bien Mayte

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