Minuto 25

Incompanyec - Minuto 25

Hola, soy Javi y soy futbolista. 

Cuando me gradué del colegio me ofrecieron una beca para estudiar en una de las mejores universidades en Estados Unidos y pertenecer a su equipo de fútbol. ¡Era mi sueño de toda la vida! 

Nací en una familia de clase media alta. Mis padres siempre me trataron bien, me dieron todo lo que se necesitaba y quería. Tenía muchos amigos y por el fútbol era de los “populares” del colegio. En las notas tampoco me iba nada mal. Tenía muy buenas referencias de todos mis profesores cuando apliqué a la Universidad. La verdad es que no puedo quejarme. Me llevaba con todos, me querían y estaba haciendo lo que me gustaba. 

Una vez graduado, me llegó una carta de la ‘U’ invitándome a ir un mes antes de empezar las clases para conocer el campus y a mis compañeros de equipo. La experiencia iba a ser genial. 

El entrenador me recogió en el aeropuerto y me llevó a la residencia donde todos los del equipo vivían juntos. En el camino me explicó sobre los valores de compañerismo, amistad, trabajo y tolerancia, que eran los pilares del éxito del equipo y que siempre debía tener en cuenta. Yo le contesté que no se preocupe, si algo puedo hacer bien, es llevarme con la gente y sacar lo mejor de ellos y de mí. 

-Hola, mucho gusto. 

¿Qué tal? 

What´s up? 

Yow dude! 

Todos eran de varios lugares, algunos blancos, algún inglés, pero la gran mayoría eran latinos, como yo. 

Apenas empezamos a hablar, ya vi que nos llevaríamos muy bien. Todos eran buenas personas e inmediatamente sentí estar con mis “panas”. No importaba que seamos de varios lugares. 

Esa misma tarde, cuando el entrenador ya se había ido se me acercó Marco, un chico de 22 años, de México. Estaba cursando su último año de universidad y era el capitán del equipo. Me dijo que era tradición la primera noche de un “rookie” que salieran todos de fiesta y, como estábamos en plena época de mundial, saldríamos primero a ver el partido Ecuador – Italia en mi honor y, por ser mi bienvenida, tomarnos unas cervecitas.  

Todos fueron con cualquier prenda amarilla que encontraron. Yo, obviamente, con la camiseta de la selección. Entramos al bar latino de esos deportivos y cogimos una mesa. El sitio estaba a reventar. 

¡Hey “rookie”, es tu bienvenida, pero tú pagas la primera ronda! 

Así empezó la tarde antes del partido. Cuando arrancó el juego ya estábamos bastante entonados y lo estábamos pasando genial. El ambiente, genial. Las chicas, geniales. La cerveza, genial. Todo genial. 

Entonces sucedió… 

Comienza el partido. 

…Minuto 1. Casi gol de Italia. 

-¡Cuidado! ¡Hey! Vamos negritos. 

…Minuto 5. Fuerte falta a un jugador de Ecuador. 

-¡Oye árbitro! ¡Saca una tarjeta, mierda! 

…Minuto 8. Otra vez, casi gol de Italia. 

-¡Mierda esa defensa! ¡Corran! Para lo mucho que “disque” corren… 

…Minuto 23. Casi gol de Ecuador. Oportunidad clarísima. El delantero lo falla garrafalmente.  

-¡Noooo, no puede ser! ¡Negro hp, cómo te vas a jalar eso, maldita sea con estos negros de mierda! 

…Minuto 25. Gol de Italia. 

¡Claro…estos negros y longos vagos! ¡Si no sirven para nada! 

Aquí cambió todo. 

Todo el mundo enmudeció, mis compañeros me veían fijamente y el dueño del bar vino y me pidió que me vaya del local. Yo no entendía qué pasaba y traté de hablar con él, pero por no armar lío, mejor salí. 

Afuera, mis compañeros me preguntaron que cómo era posible que dijera esas cosas tan desagradables, que por suerte los pocos que no hablaban español y eran negros, no entendieron, sino se armaba una buena pelea. Yo solo respondía: pero, ¿qué dije? Solo estaba viendo el partido tranquilamente, es normal hablar así en mi país y nunca he tenido problemas por eso. No entiendo por qué hacen tanto problema de esto. Su respuesta fue fulminante: El problema eres TÚ. NO QUEREMOS GENTE ASÍ EN NUESTRO EQUIPO. 

Al día siguiente, el entrenador se enteró de lo sucedido, y muy poco después, estaba en un avión de vuelta a mi país… 

Esta corta experiencia me abrió los ojos. Me he dado cuenta que viví toda mi vida en una sociedad que ha normalizado el odio a otras razas, excusándose en cualquier situación social para despotricar contra ellos. 

“Negro de mierda” 

“Longo vago” 

“Indio sucio” 

“Inmigrante ladrón” 

Etcétera. 

Y no puedo ni imaginarme qué otras cosas similares suceden también… 

Hola, soy Javi y soy futbolista racista. 

Una de tantas historias incompletas de fracaso. Historia 4/12

Autor: Diego Méndez

5 Comments

  1. Miguel Mendez

    Interesante historia que desnuda la realidad de la pequeñez de los ecuatorianos en cuanto a saber aquilatar y respetar a los demás. Ah, pero si son extranjeros, les rendimos pleitesías. Felicitaciones a Diego por su historia incompleta.

  2. Miguel Mendez

    Interesante historia que desnuda la realidad de la pequeñez de los ecuatorianos en cuanto a saber aquilatar y respetar a los demás. Ah, pero si son extranjeros, les rendimos pleitesías. Felicitaciones a Diego por su historia incompleta.

    1. admin

      Si no nos respetamos a nosotros mismo como raza y cultura, nadie lo hará. Gracias por compartir!

  3. Florencia

    Que bien Diego! El racismo ess un gran problema, metido profundamente en las raíces de mi cultura y mi gente. Hora de cambiarlo.

    1. admin

      Tienes toda la razón! Ojalá esto nunca más suceda. Gracias por compartir la historia!

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